Rafael Romero
El actual gobierno regional de Cajamarca, bajo la batuta de Gregorio Santos, no podrá argumentar persecución alguna ni pretexto ninguno de venganza, frente a su manifiesta posición antiminera, ni nada por el estilo, por la sencilla razón de que la Contraloría General de la República ha encontrado, a partir de una fiscalización profesional, técnica y transparente, el mérito suficiente para interponer una denuncia penal contra cuatro funcionarios de esta administración, por los presuntos delitos de peculado doloso y malversación de fondos.
Además, esta denuncia ya fue interpuesta ante la Fiscalía Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios de Cajamarca, la misma que ha sido acogida sobre la base del informe del organismo superior de control, en el que se puntualizan los indicios del uso irregular de recursos públicos correspondientes al proyecto denominado “Mejora de la Calidad Educativa” en actividades políticas vinculadas al paro regional del 9 de noviembre del año 2011, desnaturalizando su finalidad que estaba orientada para capacitar a los docentes cajamarquinos.
Sobre el particular, la Contraloría de la República detectó que los funcionarios regionales de Gregorio Santos contrataron, con los referidos fondos públicos, a personal como “facilitadores” y “coordinadores” del mencionado proyecto, pero sin que se acredite el cumplimiento de los requisitos para su desempeño. Lo más grave es que el ente superior de control también advirtió que ese personal no realizó actividades con fines educativos, puesto que se dedicaron a apoyar un paro convocado por el Frente de Defensa de la Región y el Gobierno Regional de Cajamarca contra el proyecto minero Conga.
No obstante, aquí no terminan los problemas para la gestión izquierdista de Santos. Se suma una suerte de franca recesión en esta región, comprobándose el cierre de empresas y los despidos masivos generados por el accionar errático de Santos. Por tanto, en lo inmediato, de los cajamarquinos depende parar la anarquía y el atraso de su pueblo, no haciendo caso a los cantos de sirena de la demagogia.
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